
Biografía:
Nací en los años ochenta, cuando la Bruja Avería ya había pedido la jubilación y cuando los Campeones ganaban sus mundiales y tenía capacidad de celebrarlos. Desde luego, no puedo proporcionar una fecha ni lugar más exactos.
De hacer magia en la infancia poco, quizás aquel juego con un manual de ciento y tantas páginas, que acabó muy bien acomodado en el trastero. Pues eso, yo fui una niña normal, que leía lo justo, corriente (que no comía caramelos) y de uniforme (¡que me encantaba!).
Sin que la magia aumentara, pero sí las gominolas, años más tarde, me incorporé a la universidad pública española. Me licencié en saberes que amo, en profundidad y con honestidad, pero seguí creciendo con ellos.
Me busqué la vida, como todos, y volví a la universidad pública, tantas veces, como he necesitado reinventarme. Esta ha sido mi herramienta: formarme y con intensidad.
Ahora estoy terminando mi doctorado en una cuarta universidad (como ven, no me van las endogamias académicas). Un doctorado que si mi salud me lo permite acabaré, más pronto que tarde, o al con la cabeza alta y seca.
Esta, querido lector, no es una guía de cómo se hace una tesis, sino de cómo sortear o evitar y, si no se puede, sobre cómo volver a tierra tras los sucesivos naufragios que pueden producirse en el camino de este sueño académico. Esta guía es una caja de tiritas o una caja de sonrisas según usted esté en disposición de acogerla. Pretende acompañar y, por lo tanto, no procede leerla en orden estricto si no es ese su gusto.
El prólogo esperable de una guía como esta debería empezar diciendo “el propósito de esta guía es dar herramientas para…” pero quizás sea demasiado ambicioso comenzar de este modo.
La idea de una guía para salvar un doctorado nació, dentro y desde, la génesis de mi proyecto de investigación postdoctoral. Por lo tanto, en el momento de estar confeccionando (una palabra que uso de forma especialmente intencional), tipos de contenidos, objetivos, públicos, rendimientos sociales que pueda prestar y generar dicho proyecto. En esta fase, de recibir y dar, surgió la idea de poner al servicio, de solitarios, de personas que están empezando o, siquiera, pensando en comenzar a recorrer la carrera investigadora con una tesis doctoral; algunas experiencias vividas y sufridas por mi misma.
Usted, lector, se preguntará qué es lo que me avala. En este momento le pido recuerde el uso intencional de la palabra confección y la omisión, también intencional, de la palabra propósito.
Siendo honesta me siento avalada por mi propio camino, bastante heterodoxo y salpicado por situaciones personales de diversa índole, que han podido poner obstáculos más que facilidades en el camino. Por otro lado, me siento avalada por las caras de compañeros, que habiendo acabado sus tesis doctorales recientemente, o ya situados en el mundo académico desde hace algún tiempo, han manifestado aprender de mis recomendaciones o, al menos, de mis avatares. Y por último, me siento avalada por la pregunta que me dirigió una coordinadora de programas de doctorado: “¿Qué crees que necesita un doctorando de la coordinación?”.
Me permito aclarar, porque vivimos tiempos en que las palabras pesan, y se tiende a no consultar sus matices, que sentirse avalada es algo de fuera a dentro y no viceversa. Sentirse avalada es menos que sentirse autorizada. A ellos les agradezco especialmente, la humildad y la empatía, que me han compartido y me han permitido escribir este libro.
Concluyendo, querido lector, en este libreto encontrarás algunas recomendaciones que pueden servirte y otras que, usted mismo leerá y tirará a tu papelera, pues está lleno de vivencias “objetivadas” que no a todos pueden servir igual.
No en vano, ninguna tesis es igual que otra. Tampoco ningún doctorando es igual que otro. Este libro está escrito desde la honestidad más profunda, la de intentar ayudar y sentir compasión, en el sentido más griego y genuino de la palabra: “sentir con”.
Este libreto está escrito también con la pretensión de que aporte algún pequeño fondo de apoyo a mi proyecto antes citado. En esto, igual que en todo lo demás que encontrará en esta guía intento ser todo lo honesta de lo que soy capaz.
Espero de toda razón, y de todo corazón que este libreto que llega a sus manos le anime, le ayude, le acompañe, le alivie y, sobre todo, potencie todo aquello que sentimos en la llamada investigadora. Aquello que, por inexperiencia, miedo a lo incierto y otras consideraciones, no disfrutamos lo suficiente.
Este libreto está escrito, pensando y dirigido especialmente a aquellos doctorandos solitarios de vocación investigadora, que normalmente sienten y asumen que han elegido o tomado opciones que les hacen estar en los márgenes.
Sin embargo, entiendo y considero, que uno puede convertirse en doctorando por múltiples motivaciones y circunstancias. Espero que todos los que se sientan algo náufragos en este camino que tiene muchas cosas en común, con independencia de disciplinas y circunstancias, encuentren algo de provecho entre estas líneas.
Los salvavidas que arroja este libreto pueden ser racionales, pero no son ajenos a la parte emocional y personal de este proceso porque, querido doctorando, por mucho que le digan que esto no es personal, lo es y, lo es, significativamente. En algunos casos, los encontrará obvios, considerará que no son asunto suyo o, incluso podrá juzgar, que esta (yo) no tiene, ni idea.
Con la misma libertad y confianza en ayudar, confieso, a un ente abstracto que no me lo pide, recibe usted este texto sobre el que ruego benevolencia. No deseo hacerme la experta ni tampoco me considero tal cosa. Solo traslado mis experiencias, en distintos ámbitos, que se han ido encadenando con el tiempo.
Mi intención es clara ayudar y apoyar (sostener), en lo posible, este camino solitario y áspero, lleno de emociones y alegrías, hacia alcanzar, y más allá, el título de doctor.
Ajustándome, no con un cierto poco gusto a las exigencias de la sociedad del posibilismo y disculparme a diestra y siniestra por intentar ayudar, y por las consecuencias aún no llegadas de mi supuesta ayuda, déjeme confesarle que lo haré no sin cierto humor. El humor es un terreno peligroso, en estos tiempos, porque abre matices y hace emerger posibilidades. ¡Se lo he avisado! Voy a tratar con el mayor humor posible temas muy serios por aquello de que es conveniente, o eso dicen. Si alguno de ustedes, resultase ofendido por mi sentido del humor, ruego dejen de leer de inmediato porque de malestares ya estamos hasta arriba los náufragos.
En aquellos en que me dirijo, tanto en singular como en plural, a nuestra comunidad, he decidido utilizar el tan denostado género neutro de nuestra lengua española, del mismo modo, que la forma formal de la segunda persona del singular. Lo aviso porque lo he hecho a consciencia y a consecuencia.
¡Ojalá no sea a así y saquemos juntos nuestro lado clown todo lo posible! ¡A ello le animo!
Una doctoranda significativamente cansada pero muy motivada en mayo 2021.
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