Cómo salvar un doctorado: Asunciones

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ASUNCIONES

¡Pero cómo se me ha podido ocurrir a mí hacer una tesis en un ámbito del que no tengo formación previa, sin experiencia investigadora y a esta edad!

         El camino de un doctorado y la realización de una tesis doctoral puede llevar aparejadas ciertas rumiaciones. Cada uno tendrá la suyas, en esto quizás más que en otras cosas, somos sumamente creativos y libres.

         Este apartado trata de rumiaciones que, casi siempre, como las de la vida vienen por creencias que hemos incorporado durante el proceso, tenemos desde su inicio o nos amargan el dulce del final.

         Son esas creencias fuera de lugar nuestras auténticas enemigas durante el proceso y, además, unas enigmáticas y muy escurridizas proveedoras de cansancio y problemas.

         Como llevo manteniendo desde el principio, cada tesis y cada proceso, al igual que las personas implicadas, son un mundo. Yo hablo, como dije desde la portada, desde mi experiencia principalmente y desde otras que ido conociendo a diferentes distancias. También, a través de mis meteduras de pata, que son y han sido muchas, me he dado cuenta de que sí parecen existir ciertas creencias comunes sobre uno mismo y sobre sus directores, que se repiten como el mejor de los aliolis.

         Si le parece que, en efecto es así, tanto como si, al leerlas piensa: ¡Qué va! Eso no me va a tocar porque me he rodeado bien; le ruego que se tome un momento para la reflexión. 

El esquema del apartado será el siguiente: presentaré la creencia común y le propondré una restructuración de la misma creencia, justo debajo. Sea libre y adáptela a su caso. Reestructure, por favor, reestructure.

         Antes de continuar, le ruego lector, que se tome con humor la expresión y reestructuración de estas creencias intrusas. No pretendo ser cínica, sino justo lo contrario, ridiculizar un poco de nuestros miedos. Si no compartes este enfoque, por favor, no siga leyendo este apartado.

SOBRE EL DOCTORADO

         1. Al doctorado va a que se le enseñe cómo  no a aprender cómo.

         1a. Aprender por uno mismo está infravalorado.

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       2. Las convocatorias de subvenciones individuales para formación o estancias particulares siempre llegan tarde.

         2ª. Debemos tomar la iniciativa si no queremos quedarnos esperando a ver a pasar a Godot.

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 3. Los responsables de las unidades de doctorado casi nunca saben de lo que les preguntas.

         3a. Los compañeros de las unidades de doctorado son, en principio, administrativos. Es decir, dominan los trámites. Pueden apuntar como rellenar un campo, cuál no importa que quede vacío, cuando y en qué forma se debe subsanar un error. Ellos pueden estar al día de cómo va  un expediente e indicarle que instrucciones seguir para cumplir un procedimiento. Sin embargo, no les podrán dar un esquema para cada memoria de cada proyecto que no esté normalizado, del mismo modo que no podrían resolver un problema muy concreto de sus ecuaciones. Normalmente, son un paso intermedio. «Exprime» a la comisión académica de tu doctorado, pregunta aquí y allí, a las diferentes unidades implicadas en tu caso (movilidad para las estancias, asesoría jurídica para los permisos a terceros, gestión económica para la correcta justificación de una ayuda, a los administradores de la sede electrónica, etc.) Porque los quebraderos de cabeza que nos traen las convocatorias suelen trascender a sus bases, no centralice las respuestas que busca en aquellos que han redactado. A menos, claro, que se trate de un problema de redacción o de un formulario institucionalizado. En resumen, lleve siempre una pregunta concreta: quiero saber si mi solicitud de estancia está aprobada, pero, para saber condiciones y cómo solicitar debes dirigirte a la sección concreta.

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           4. Cambias más que un reglamento de doctorado en la universidad española.

         4ª. Es responsabilidad tuya estar al tanto de los cambios que se produzcan durante el proceso de tu tesis. No ignores los correos institucionales y, si no los recibes, ojéala al empezar el curso (¡Qué no se me olvide!).

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SOBRE LOS DOCTORANDOS (en este punto excluyo consideraciones de tipo relacional entre grupos de doctorandos por inexperiencia y, también por qué no, por mero aburrimiento).

1. No es oro todo lo que reluce.

1ª. Bueno, pues si ya lo sabe céntrese en frotar bien con el trapo sobre su propio trabajo.

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2.¡No puedo con todo!

2ª En efecto, no puedes con todo. ¡Ni tienes que poder! No tienes que ser especialista en todo. ¡Pide ayuda a otros expertos!

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 3.¡Es que no me dan formación metodológica!

3ª. Doctorandos, esa es la piedra filosofal de vuestra tesis, sea de la disciplina que sea, debéis buscar esa formación acomodada a vuestros intereses cada vez más específicos. Aun así, tendrán que extrapolar y arriesgarse a aplicar. ¿Pero de qué va esto de investigar si no?. Los de ciencias experimentales y los antropólogos pueden, sin duda, llegar a considerar como un infierno dantesco particular, tanto las repeticiones de los muestreos como la transcripción de entrevistas, por mucha informática que medie.

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 SOBRE LOS DIRECTORES DE TESIS

1. ¡Mi director no se lee mis trabajos!

1ª Pues depende del número de veces que se lo hayas enviado, si ya ha revisado la metodología (recuerda lo de la piedra filosofal), y si confía en usted o si, por el contrario, espera usted que le corrija cada coma en cada párrafo. Le sugiero que siempre haga a su director preguntas concretas en las revisiones, marcándolas incluso en color, por aquello de facilitar la lectura del texto de otro, tanto como nosotros mismos hacemos al leer la bibliografía, por ejemplo.

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2. ¡Mi director quiere firmar mis trabajos!

2a Revisa el reglamento del programa y el doctorado de la universidad que debe establecer un código ético. Considere esta cuestión como una cuestión a tratar antes de empezar la tesis (durante el primer pacto). Le ahorrará disgustos y graves malentendidos. La tesis es tuya, pero no la haces solo, además, por muy “de por libre” que vayamos estamos buscando un reconocimiento académico que tiene sus reglas tácitas, que debemos negociar, y explícitas que debemos aceptar como parte del juego.

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      3. ¡Es que mi director no tiene ni idea del tema!

      3ª Quizás, al principio tenga más idea de la que le parezca pues, él o ella, de modo más o menos directivo, dependiendo del estilo de cada cual, le iniciará hacia los problemas, los debates teóricos y los antecedentes que debe conocer. Tanto sobre lo que parece haberse «agotado» como sobre lo que se podría aún «seguir diciendo algo», es incipiente, o puede verse de otra manera. Pon las orejas grandes siempre porque, aunque usted acabe siendo maestro en su parcela (y ese mérito nadie lo debe despreciar), su director conoce y trabaja (o es de suponer) al unísono en distintas parcelas relacionales. Escuchar es el 10% clave para obtener una nueva y buena pregunta de investigación. El otro 90%, parafraseando a García Márquez, más vale que lo ponga usted leyendo y manteniéndose actualizado. En este momento, contamos en España con interesantes iniciativas[1] que nos permiten tener una visión global de lo que está haciendo la ciencia en España, si no, siempre puede contar, lector, con el estilo amanuense: la alerta en Google.

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[1] The Conversation, versión España, es una revista  de periodismo científico donde los autores reseñan sus investigaciones para público científico en general. https://bit.ly/3uxHhPt

©Este texto está registrado por Diolinda Ramírez-Gutiérrez.

Reflexionando en la mejor compañía 1: museos universitarios.

Recuerdo la primera vez que escuché hablar de este concepto y fue muy tarde.

Había estudiado en Granada y en Barcelona así que conocí el poder atrapante de algunos de sus edificios patrimoniales más icónicos.

¿Se acaba ahí? Pues no, escuchad la interesante entrevista que le hacen al Dra Manuela García una de las expertas en España en el terreno de los museos iberoamericanos.

He tenido la suerte de compartir con ella una reflexión que me ha abordado al escucharla definir la relación: museo, colección, universidad.

¿Son los museos universitarios una tipología de museo dotados de un rasgo que puede diferenciarlo de todos los demás?

A menudo, os he comentado la idea de patrimonio disonante o patrimonio des-localizado. Eso es lo que ocurre, principalmente, con las piezas de las colecciones de museos: sobre todo de historia, antropología y similares, pero también, del arte. A las piezas se las saca de contexto: sea un yacimiento, una colección privada o porque proceden de una cultura antigua.

¿Pasa esto en los museos universitarios?

A mi juicio, no, los museos y colecciones surgen dentro y para las universidades. Luego, no están fuera del contexto que le atribuyó significado y valor. Son colecciones y patrimonio que no está des-localizado aunque sí descontextualizado en sentido temporal. ¿No es lo mismo que lo que ocurre con las culturas antiguas? Mas bien no, la universidad tiene su historia y sigue estando ahí con herederos suficientes a las que transmitirla. Dado el sentido, fundamentalmente, didáctico de esta colecciones podríamos decir que colección y universidad son solo una en el sentido de aunar contenido y continente. Algo que a buen seguro las personas que trabajan en este ámbito sorprendente de la museología pueden tratar de exprimir al máximo.

Si os interesa el tema de los museos universitarios, os dejo algunos enlaces que pueden ser de vuestro gusto:

Red de museos universitarios de Madrid

https://www.madrimasd.org/cienciaysociedad/Museos/integrantes/museos/museosuniversitarios/muniversidad.asp

Tesis doctoral de la Dra. Manuela García: https://digibug.ugr.es/handle/10481/69633

Libro: Museos y universidades: espacios compartidos para la educación, la inclusión y el conocimiento.

http://www.redage.org/publicaciones/museos-y-universidades-espacios-compartidos-para-la-educacion-la-inclusion-y-el

Uno que tuve el placer de visitar: https://web.uniroma1.it/museostoriamedicina/

En cualquier caso, yo no soy experta en este tema aunque reflexiono. Os he puesto en contacto con una experta que tenemos en España. Tocad la puerta y entrad en este mundo de conocimiento de unos museos misceláneos, que aún compartiendo misión ICOM con el resto de los museos cuenta y tiene una historia muy diferente.

¡Gracias por llegar aquí y a explorar!

«Cómo salvar un doctorado»: Direcciones

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En mi caso concreto elaboré un anuncio. Sí, un anuncio, y si me esfuerzo puede que encuentre todavía en mi correo electrónico aquel email. Pedía un director para mi tesis porque yo quería saber más de este, este y este tema y tenía el tiempo y algunas cualidades para lograrlo.

         ¿Fui arrogante? Seguramente, pero es que no sabía ni por donde empezar. Venía de dos universidades distintas y buscaba que me quisiese una tercera. Después vino el proceso de petición de dirección y de valoración de la comisión claro, como no, aunque yo mientras tecleaba aquel correo no lo tenía nada claro, era anti-aristotélicamente, como una tabula rasa.

         Aunque no sea una tabla rasa como lo era yo, puede que encuentre algunos matices interesantes en este apartado. Aunque lleve años haciendo la tesis, puede que también encuentre alguna pista sobre como desmadejar algún entuerto en el que se haya metido  queriendo o sin querer.

         Si ha terminado su carrera y su máster y se plantea un doctorado en su misma universidad puede que no esté tan náufrago en cuanto al proceso que se requiere para solicitar un director/tutor. Si, por el contrario, lleva años fuera del sistema universitario, y se mete de cabeza en la normativa que regula el programa de doctorado que le interesa iniciar puede que se le atragante. Tanto, que decida dejarlo para cuando compre tinta para la impresora y tenga tiempo para leerlo con calma y un diccionario.

         Esté en uno de estos extremos o esté entre los múltiples, por en medio, le recomiendo no abandone este apartado donde vamos a comentar la simple y complicada relación entre director y doctorando.

         Entraré solamente en territorios donde podemos estar haciendo aguas, pero no en cuestiones de tipo administrativo (como el  orden de firmas, los accesos al contenido generado, etc.) que debe estar estipulado por cada universidad y programa y que le aconsejo revise antes de seguir leyendo.

LA ELECCIÓN DEL PROGRAMA.

         Puede ocurrir que el programa le haya  elegido a usted, lo cual puede suceder de diferentes  formas no administrativas (recuerde mi advertencia anterior). Por ejemplo, cuando continúa la estela que ha marcado con sus trabajos de inicio a la investigación en grado y máster y ya sabe con quienes y qué quiere trabajar. O bien, porque lo tiene al lado de casa y las circunstancias socioeconómicas lo hacen más factible. También puede ocurrir, que quiera vivir en aquella ciudad, ser doctor por una universidad determinada o ser dirigido por aquel pope de la materia. Cada uno de ustedes lectores, a buen seguro podrán llenar de ejemplos y enriquecer la casuística.

         Si el programa no le ha elegido, le recomendaría considerara las opciones que tiene en función de tres criterios:

         1. La persona que quiere le dirija debe formar parte del listado de tutores y directores del programa

         2. Simpatice con una de las líneas de investigación que el programa preestablece. 

         3. Comprenda las obligaciones de cada programa. No las del doctorado en general, que también es muy importante que analice en este momento, sino del programa en particular. Memorias, complementos formativos, mínimos de permanencia, posibilidad de prórrogas-bajas, etc.

         Seguramente se habrá reído lector ante tal enumeración de obviedades. Sin embargo, seguramente lo habrá hecho si ya está usted en el camino. Si está pensando hacer un doctorado y tiene que elegir habrá vivido estas complicaciones que ahora nos parecen evidentes o sus efectos, a veces adversos, porque nadie nos lo aclaró a tiempo. 

         Piense que mientras dure su tesis, la investigación que realice, en su seno, llevará el apellido de la línea de doctorado que elija. Esto influye no solo a nivel académico estricto (preguntas y objetivos) sino también a las revistas a las que puede, o más bien, conviene dirigirse, y las estancias y congresos hacia lo que es coherente esparcirse.

         Leído, por alguien que acaba de empezar o que está en su primer año, el no haber sido consciente de este punto puede parecerle similar a la cadena perpetua. Nada de eso, cuando uno elige doctorado siempre tiene un margen de maniobra que no se ve desde el principio, sino que se aprende a manejar. Asegurarle que la sensación de me he equivocado, tenía que haberme matriculado en el programa de doctorado de filosofía/estudios culturales/antropología, o el que fuera, rondará su cabeza más de una vez durante el proceso. Y que esta, no será culpa de la elección sino una consecuencia psicológica de un proceso tan largo y solitario.

         De todos modos, si estás pensando en hacer una tesis o investigar un tema muy interdisciplinario le aconsejaría buscara un programa con líneas abiertas y que permitan la interdisciplinariedad que esperas. Parecen obviedades, navegante, pero más de uno nos hemos llevado un coscorrón por lanzarnos a piscinas sin  agua ni flotadores.

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         Tenía la cuchara en la mano, seguramente, revisando los cubiertos y viendo si estaba todo en orden. Acabábamos de ordenar el almuerzo en una mesa sumamente pequeña de un local atestado. De repente, mi interlocutora, mayor que yo en edad, experiencia y rango académico, sacó una libreta que llevaba en su bolso. Aún no he llegado a entender cómo la colocó entre la ensalada que había acabado de llegar y los tres o cuatro cubiertos que estaban al filo. Me mira a los ojos, seria, en medio de un almuerzo de amigas, y me pregunta, conociendo mi condición, de forma tajante y confiada, como es propio de su idiosincrasia: ¿Qué es lo que necesita un doctorando?

  LA ELECCIÓN DEL DIRECTOR.

         Tanto si el director te ha elegido a ti como si lo has elegido tú, no te librarás de algunas dudas y quebraderos de cabeza que intentaré aliviar en este apartado.

         ¿Tiene que caerme bien mi director o directora de tesis? Pues sí, un mínimo. Piense que la relación con su director durará unos años y será bastante intensa para ambos. Se entrometerán facetas de la vida de ambos, sin querer, malos días, contratiempos, llegadas tardes a las reuniones, no reuniones, llamadas intempestivas, etc. Así que sí, sería bueno contar con algo de confianza como para dispensarse mutuamente.

         La relación con su director de tesis es profesional, seguro que no tiene duda sobre el caso. O es académica si la universidad no le está pagando por hacer la investigación, pero ante todo, es una relación humana. Es inevitable que en una relación tan larga haya variaciones, cambios de conducta, aparezcan muchas aristas: otras personas (compañeros de doctorado), cambien las normativas e incluso los programas. Es casi cuestión de suerte que ambos puedan estar, a la vez igual, sintonizados en el trabajo o en el motivo de la reunión.

         Esta es, a mi juicio, la cuestión clave del asunto, y es que no debe ser cuestión de suerte. Ahora arrojaré una serie de obviedades, que a pesar de ello, no parecen ser todo lo evidentes que debieran.

         1. La reunión, salvo expresa indicación contraria, debe llevarla preparada usted. No puede esperar que su director tenga una bola de cristal para tener al día todos los avances y avatares que la investigación y usted pueden haber sufrido.

         2. Su director tiene, a buen seguro, muchas más responsabilidades paralelas que la de dirigir su tesis. Eso, evidentemente, no es culpa suya, pero sí debe saber el sistema en el que está jugando.

         3. Llegará el momento, en que usted sepa más de su tema que su director y puede que, ese momento, llegue antes de lo que piensa. Sin embargo, no debe olvidar que la relación con su director o directora es de necesidad, pero que esta no es recíproca. 

         Como resultado de lo resaltado anteriormente considero prudente y aconsejo al doctorando, novato o no, tomarse un tiempo con su director o directora para situar y establecer una especie de pacto de dirección.

         Al principio de la tesis, aunque esto no es igual en todas las universidades, los doctorandos firman, ante las unidades administrativas, un compromiso de tesis. Te comprometes a trabajar y a cumplir las obligaciones que el doctorado impone. Particularmente, no entendería el sentido de este pacto si no existiese el primero.

         No tiene que ser un documento, pero estaría bien dejar claras, desde el minuto cero, cuál son las obligaciones que asume el director particular y los deberes a los que se compromete a responder el doctorando particular

         Un documento o un acuerdo como este llevará, se lo aseguro, a reducir muchas decepciones por expectativas frustradas o, simplemente, mal planteadas. Puede ser una charla de la que saquen un documento que las dos partes se queden como recordatorio y para ser revisado cuando llegue el caso. Al menos cada año, o cuando una circunstancia del proceso cambie por: un problema con una publicación, una estancia de investigación o un problema de salud, por ejemplo. 

         No se trata del cronograma que toda tesis debe tener, que más o menos, impone el proyecto del que se participa, o si bien es investigador independiente deberá realizar como ejercicio anual. Sea cual sea la situación solo podrá concretar dicho cronograma cuando haya pasado cierto desde el umbral del proceso. Un ejercicio obligatorio y oportuno más que nada, porque si eres doctorando independiente o no necesitas poder avistar el final.

         No, el documento del que hablo ahora tampoco es el plan de investigación o proyecto de tesis que se plantea al final del primer curso y que se va remodelando y enriqueciendo como cuaderno de bitácora académico. 

         No es, por tanto, ni una cosa ni otra, pero en mi opinión, no es menos importante. 

         Es sentarse uno/s frente al otro y dejar claro hasta donde pueden llegar los compromisos. No en tono impositivo sino negociable, pero aclarar lo que pueden esperar el uno del otro.

         No creo que exista una cultura sobre este pacto de dirección, o al menos, es lo que me parece después de las mil y una experiencias de compañeros que me han ido llegando estos años y por mi propia experiencia.  Pero, sobre todo, por la pregunta muy razonada  y pertinente de una amiga,  que nadie me había formulado antes: ¿Qué necesita un doctorando?, ¿Qué es lo más importante para él y qué espera?

         Aunque no exista una cultura, esto no quiere decir que no exista predisposición y, que desde el diálogo y la comprensión, ambas partes lleguen al acuerdo de que establecer el compromiso, sus límites y evaluarlo (por eso al menos debe esquematizarse) evita ciertos excesos y crispaciones futuras.

         Si es tu director el que te presenta en la primera reunión una hoja de compromisos que debes asumir, no te pongas a la defensiva, pero pide con educación que establezca en qué términos entiende él/ella la dirección de una tesis. ¿Qué puedo esperar yo de su ayuda y dirección? ¿Qué es labor de dirección y qué es responsabilidad mía? ¿Qué es ayuda y qué es compromiso mínimo con la calidad? Así se trazan parámetros y límites, sabe uno a que atenerse. 

         ¿Tener miedo a preguntar estas cosas? No veo por qué, aunque el director no te haga firmar por su cuenta una hoja de compromisos como a todos sus doctorandos. Esta hoja que podría  (imagino) contener cuestiones como las veces que debe ver un texto antes de que envíes el borrador, modelo y tipo de reunión,  qué es prioritario y qué secundario, si tiene un interés claro en qué se puede lograr  a través de tu proyecto, etc.

         La relación entre cada doctorando y su director es única del mismo modo que lo es cada doctorando su motivación, forma de trabajo, objetivos vitales y académicos que pretende cumplir con la tesis, etc.

         No he pretendido elevar sus expectativas porque no todos los directores son iguales, pero es precisamente, por esto, por cuestión de diversidades por lo que este pacto de direccióna la usanza de un pacto de caballeros y damas, tiene sentido.

©Texto registrado por Diolinda Ramírez-Gutiérrez

«Cómo salvar un doctorado»: Estructuras

Foto de Vishal Vasnani en Unsplash

ESTRUCTURAS

Aquel día había madrugado muchísimo. Mientras conducía casi una hora de camino pensaba en lo larga que se me haría una semana con dos horas de coche cada jornada. Sin embargo, me invadía una sensación de libertad. Acababa de cortar por decisión propia, y sin pedir permiso a nadie, con mi tesis por una semana. 

            Iba a pasar unas horas en compañía de gente interesante, anticipaba yo, tener un horario social, llegar a casa y repasar la jornada con un buen café. Pero la realidad, querido lector, era sutilmente, menos pintoresca que aquella impresión de correcaminos. Había decidido dedicar la semana a hacer un curso de archivística. No le engañaré, sin embargo lector, porque algo de librarme de la tesis una semana sí que había pero sin demasiados romanticismos. 

            Cuando se hicieron las 9:00 h de aquel lunes de frío polar, comenzaron a preguntarnos, uno a uno, por nuestros orígenes, esperanzas y propósitos respecto al curso. La mayoría de las respuestas de mis compañeros eran: “aprender algo nuevo” o “estar en trámites” de encontrar trabajo. Ante mi respuesta se hizo un silencio, no exagero nada lector, aunque nunca sabré si lo fue por vergüenza ajena:

            “Vengo porque cuando me enseñaron a gestionar patrimonio se olvidaron de la documentación y me encuentro elaborando mi tesis doctoral y ya no sé qué hacer con tanto papel”.

         ¿Alguna vez se ha visto desbordado por los archivadores de tu tesis? ¿Ha tenido la sensación de que los conceptos entran y salen de su conciencia, pero que no encuentran dónde fijarse? ¿Será un problema de organización o es que me estaré haciendo mayor o, simplemente, volviendo tonto?.

         ¿Alguna vez ha pensado que su tesis era mucho para usted en términos materiales e informativos? Yo sí, y muchas veces.

         Lo que pretendo en este apartado es insistirle en que lea  el siempre acertado Cómo se hace una tesis del muy ilustre y generoso Umberto Eco (¡Y si no lo ha hecho ya, corra!). Además, le animo a digitalizar su propuesta.

         El sistema de fichas, anotaciones y esquemas sigue siendo igual de válido que lo ha sido siempre, pero mi experiencia es que se pierde un tiempo enorme en organizar todo esto cuando no echamos mano de los recursos digitales. Estamos en una era donde las cantidades de información con la que contamos, por raro que sea nuestro tema, superan cualquier precedente.

         Use, por favor, desde el principio de su camino como doctorando un gestor bibliográfico digital. Las universidades suelen ofrecerlos y enseñar a utilizarlos en cursos que realizan específicamente. No se salte esos cursos de biblioteca por mucho que le parezcan cosas muy sencillas y por muchas otras urgencias metodológicas que esté empezando a intentar parchear.

         La mayoría de los gestores incluyen una extensión para su procesador de texto que le permitirá introducir automáticamente las citas cuando, y en el preciso momento, en que escriba su documento de trabajo o esté elaborando su artículo. Además, le permitirá confeccionar, en un toque de clic, la lista de referencias que tan de cabezas nos traen, y han traído a todos, en nuestros periplos universitarios. Le recomiendo eso sí, que revise la información de la ficha del libro si la importa directamente de algún repositorio, cosa que puede hacer dado que la mayoría de los gestores también cuentan con una extensión para el navegador. Elija siempre, de entre las opciones, la que le parezca más fiable (el propio editorial o un catálogo universitario) pues menos deberá corregir. No olvide revisar la fecha y el número de página del documento una vez importado al gestor bibliográfico.   

         Cuando nos habituamos al uso del gestor, debemos reconocer que nos volvemos un poco compulsivos a la hora de recopilar materiales disponibles. Recomiendo prudencia en este sentido. Repasar los abstracts y separar la mano del ratón mientras estamos en ello.

         Quizás estas indicaciones sobre el uso de un gestor de bibliografía y sus versatilidades sobren a un lector menor de 30 años que ha pasado ya por trabajos de fin de carrera y de máster, pero no son necesariamente familiares para los doctorandos más mayores. No solo porque esta tecnología se ha implementado lentamente en el mundo académico sino porque los que tenemos cierta edad, entendemos que pocas cosas pueden sustituir a lo manual ¡Y no es un tópico!. Nosotros tomamos nuestros apuntes a mano, estudiamos haciendo esquemas a mano y seguimos anotando los márgenes de nuestros libros y PDF impresos en papel. 

         Si se reconoce en estos parámetros puedes seguir leyendo, si no, le recomiendo que pase al siguiente salvavidas. 

         Sigamos aquellos que amamos el papel. Los amantes del papel solemos mantener que escribir a mano es algo fundamental porque asumimos que procesamos la información, que se  nos proporciona, de forma diferente cuando escribimos a mano que cuando lo hacemos a ordenador. A pesar de ello resolvemos muchos de nuestros problemas personales por email porque el correo, los sobres y los sellos nos parecen algo obsoleto. A pesar de ello, de esto no va este cuento.

         Aquellos que seguimos haciendo esquema de los esquemas y recopilaciones a mano de nuestras lecturas, simplemente porque nos da seguridad o por el motivo que sea, debemos saber que la herramienta (gestores bibliográficos) descrita puede potenciar esta virtud de nuestro trabajo. Nos permite tomar una foto de nuestros esquemas, adjuntarlos a las fichas bibliográficas (por si alguna vez se nos traspapela algo…, solo, por si acaso). Además, si usamos las etiquetas del gestor podremos hacer los recopilatorios de lecturas con bastante rapidez y seguir llenando cuadernos de esquemas, de esquemas. No obstante, y lo sé por propia experiencia, este sistema hay que implementarlo desde el principio y aun así tiende a saturarse. Le recomiendo a usted, amante el papel, no cambiar de organizador bibliográfico salvo motivo de fuerza mayor porque una vez que adopte una forma de gestión semianalógica podría serle difícil implementarla en otra herramienta por más potente que sea.

         Si eres amante del papel, como yo, y ha llegado tarde a la fiesta, tiene opciones. ¡Claro que las tiene! Si le ha pasado como a mí llegará un momento en que tenga notas y recopilaciones superpuestas en cuadernos una vez que ha descubierto que las grapas se oxidan y no ofrecen nada de la seguridad que buscas. ¡Después ve a acordarte en cuál de los 100 cuadernos que has generado están aquellas anotaciones que no pasaste a la recopilación, pero que ahora se te antojan fundamentales! Le recomiendo, en cualquier caso, que si esta es su fiesta: ordene con un número consecutivo los cuadernos y otros papeles de la tesis y no lo intente ni por temáticas ni por cronologías porque el sistema de archivo le colapsará. Puede incluir una etiqueta en su ficha de gestor y después en la signatura el número otorgado a papeles o cuadernos de notas. 

         En este sentido le recomiendo que introduzca cada cuaderno como un documento aparte en la ficha bibliográfica y que vaya creando redes de relaciones entre las lecturas y los  papeles implicados con ellas a través de la ficha del cuaderno. Para su tranquilidad diré que hasta donde conozco, los gestores suelen tener manuales de usuarios bastantes sencillos, que le ayudarán a entender cómo se construyen estas redes, que suenan a  gastar muchas neuronas, pero que tanto ayudarán a las que nos importan a no sobre esforzarse en temas de memoria. 

         Las idas y venidas sobre la información en nuestras tesis es algo que se tornará habitual. Cuando mi director me dijo por primera vez: si tomas como referencia un libro tenlo a mano porque ahora leerás uno o dos capítulos, pero acabarás volviendo a él, pensé que se acaban las opciones de convivencia y diversidad en mi librería. Esto de las idas y venidas a las fuentes es cierto y debemos tenerlo muy en cuenta a la hora de elegir de que forma vamos a clasificar nuestros papeles (anotaciones, esquemas o recopilaciones) y como vamos a plantearnos ampliarlos llegado el caso.

         Para mí, la mejor opción ha sido combinar un lector digital de libros electrónicos y una tablet de tinta electrónica con mi gestor bibliográfico. Puedo seguir leyendo y anotando a mano, pero con la ventaja de poder codificar, siempre encontrar y ampliar la información que busco. Para los no tan tiquismiquis cualquier tablet que admita pencil y tu ordenador te permitirán suplir decenas de cuadernos en el caso de que no decidas seguir a pies juntillas las instrucciones de Umberto Eco. Él será siempre el referente, los demás intentamos apañarnos. ¡No se desanime lector, seguirá comprando libros en papel, a pesar de la irrupción X!. Algo que, le aseguro, no podrá evitar.

© Este texto está registrado por Diolinda Ramírez-Gutiérrez